jueves, 28 de enero de 2010

URGH.


Por hoy, perdonen la falta de seriedad y la formalidad, porque ando ARRECHA.

Si hay algo que me molesta, es la doble moral.
Resulta que quiero con alguien, un tipo, y lo hablo con el niño para que no diga que no avisé.
Se altera, me dice que lo perdone porque él cree que va a quedarme 'un resentimiento por dentro' y que cuando pase un tiempo en la relación, voy a 'arrepentirme de no haber aprovechado.'
Esto realmente no es lo que me molesta, porque entiendo que le incomoda la idea de que otro pipí entre a mi universo, literalmente.
Lo que me molesta, pana, es que si fuera una tipa y él pudiera ver FELIZ DE LA VIDA DICE QUE SÍ. Osea, sí puedo hacerle oral a una mujer y tocar piel femenina frente a él, pero que ni se me ocurra abrazar a un hombre cuando él no esté presente porque se vuelve loco y la relación se viene abajo.

Ajá.
Qué fino.

Clementine.

jueves, 14 de enero de 2010

Chicas malas, chicas buenas.


A mí nunca me han pegado con un látigo y tampoco es que esté interesada. Pero que irresistible la idea de un mordisco, una nalgada, un rasguño en las caderas, que te arrinconen contra la pared, que te vean con cara de que estás próxima a ser castigada. Suena sucio, pero si piensan en eso más allá, es hasta artístico estar en total sintonía con otra persona, darle exactamente dónde quiere y como quiere, guiarse por l

os gemidos, los apretones –en las caderas grrrr- las expresiones faciales y no usar más palabras que
ue tal vez un simple ‘te gusta?’.

Bueno, coño, pero no seas inflexible. A mí tampoco me han pegado con un látigo, pero me han amarrado, asfixiado, gritado y puesto a pedir perdón por haber dicho 'mi amor, hoy no quiero, vamos a dormir' (mi macho es un hombre serio). Una sabe -cuando está montada encima del pana si le está gustando o no; sin decir una sola palabra, sabes que le gusta más de este lado de la cadera, y que si le muerdes la oreja mientras se vuelve loco...

Por eso no lo pienso dos veces, y si alguna vez alguien me pregunta, yo voy directo al infierno. Somos animales, y si el amor es algo bastante importante, las necesidades básicas y los impulsos salvajes, SIEMPRE prevalecerán sobre todas las cosas; porque dos personas pueden amarse, pero si en el sexo no se entienden, todo lo demás
va en picada. No digo que de un buen sexo no salga amor necesariamente, pero al menos puede volverse interesante.


Me dispongo a comentar sobre 'no digo que de un buen sexo no salga amor necesariamente': Resulta que los fuckbuddies fueron por lo que brindamos Holly y yo en Año Nuevo, y eso porque nos parece un invento social ABSOLUTAMENTE INTELIGENTE. ¿Por qué carajo tienes que estar enamorada del pana y calarte su mal aliento después de com
er si pueden estar claros los dos y comerse las piernas a mordiscos? Así es que se goza la vaina.

Y como dice Maslow –porque siempre tiene que haber psicología de por medio-, si no satisfaces tus necesidades básicas no subes hasta el pico de la pirámide. Así que gente, satisfagan sus necesidades básicas y sean sanos… y sobretodo, DIVIÉRTANSE. Para tener sexo y reducirlo todo a ello, siempre se tiene una buena excusa.

Y por eso Clementine y yo somos de la luna… (Ella es la buena, perdónenla).


Hola, Clementine es la que escribe en cursiva, sí, yo :D
















Holly y Clementine.

Seamos inmorales, pues.




Ya que Holly está pasada de indecente, ella no puede quedarse de pecadora sola :)

Crimen: VICTORIA'S SECRET.
Por mi madre, qué vaina tan cómoda, ¿oyó?
Obviando el argumento al cual las gordas y las inseguras se aferran para no comprarse lingerie sexy que las haga sentir bien, debo decir algo:

No hay nada mejor que te quiten las pantaletas con los dientes.

Ése es el verdadero efecto de Victoria's Secret, y más si lo modelas y te quitas todo lento...

Clementine.

Tengo hambre.

Cuánto más lo tienes, más lo quieres/necesitas... Pero se trata generalmente de qué tan lejos puedes llegar, o qué tan lejos pueden llevarte. Es decir, en mi opinión, es siempre un reto. Ahorita no tengo mucha inspiración para escribir y filosofar acerca del tema -las hormonas me están bloqueando las neuronas- pero anyway, feliz fin de semana para todos, algo adelantado.

Y disfruten que el lunes llega rápido...





















Holly

Porque yo soy la 'indecente' acá, y a él le fascina.

Little person.

AQUÍ está la canción hermosísima del final de 'Synecdoche, New York':



Yo, Clementine, la declaro mi soundtrack de esta semana.
Sólo semana, porque soy medio bipolar.

Y la letra va así:

I'm just a little person.
One person in a sea.
Of many little people.
Who are not aware of me.
I do my little job.
And live my little life.
Eat my little meals.
Miss my little kid and wife.
And somewhere maybe someday.
Maybe somewhere far away.
I'll find a second little person.
Who will look at me and say.
I know you.
You're the one I've waited for.
Let's have some fun.
Life is precious.
Every minute.
And more precious with you in it.
So let's have some fun.
We'll take a road trip.
Way out West.
You're the one.
I like the best.
I'm glad I found you.
Like hanging round you.
You're the one.
I like the best.
Somewhere maybe someday.
Maybe somewhere far away.
Somewhere maybe someday.
Maybe somewhere far away.
Somewhere maybe someday.
Maybe somewhere far away.
I'll meet a second little person.
And we'll go out and play.

Synecdoche, New York.


A mí me pasa algo muy particular con las películas, o con cualquier cosa que realmente me afecte: No lloro.

No es por miedo al agua porque me tardo mucho al ducharme, sino porque... bueno, a ustedes qué les importa.

'Synecdoche, New York' fue lo que me partió el corazón hoy, y eso que me desperté y estaba bastante compuesto. No sé si fue la fotografía, Phillip Seymour-Hoffman haciendo el papel de descorazonado (no maldito, sino por desesperado y melancólico), o mis expectativas tan mediocres de la película, sobresaturadas las últimas por todo el amor que está en estos rollos de película. Juntos o separados, no importa, aquí lo que vale es que se me apagó la luz por dentro.

La cosa empieza así: Te encuentras al típico tipo pasado de peso, medio rubio, como casi todos en el Norte, barba de flojera y exceso de sueño, casado con una artista insatisfecha pero que poco a poco ganará fama, y con una hija fantástica. Resulta que se mete un golpe en la cabeza porque le vuela un grifo al lavamanos nadie sabe cómo, y uno le atribuye la perdida permanente al hombre a ese evento; afortunadamente, las cosas no son tan sencillas. Ella se va, él se queda, y no se da cuenta de que ella se fue sino unos... siete años después, cuando por casualidades de la vida abre una portada y ve el grado de fama que ahora tiene su mujer en Berlín.

Luego de una pelea torrentosa por querer ver a su hija, quien había sido tatuada cual lienzo floral por una amiga de la mamá, se devuelve a Nueva York y no olvida sino que reemplaza todo esto con otra figura, y otra con quien se reproduce. Hazel fue el primer reemplazo, y su "little person" (entenderán la referencia con el video que postearé arribita de este post), una pelirroja preciosa que no le quita los ojos de encima hasta que él llora en una situación muy inoportuna... Ojo, no les contaré toda la película, hasta aquí llegó la cosa, pero me estaban picando los dedos y tenía que poner una partecita, al menos.

Este z/saperoco concluye, como casi todo en la vida, con una canción preciosa y una pareja que poco a poco se vuelve gris en un sofá, todo esto en el medio de un almacén, de la nada, de lo que quieras que sea. El piano te recuerda que no estás viviendo en esos apartamentos, y volteas para ver nuevamente tu casa desorganizada, la cocina con el eterno vaso por fregar, el clima que, te guste o no, vas a tener que enfrentar cuando salgas en la tarde. Despertar y abrir los ojos a algo fuera de la película también sirve como patada en los dientes, si realmente te afecta; quieres una Hazel, eres una Adele, te preocupa ser un Caden, ¿qué dirían los vecinos si construyeras otra ciudad dentro del sótano de tu casa? Jodido piano, me arruinaste el humor.

De manera sincera, la película también se despide de ti, y te ves obligado a meterte a la ducha o conseguir la maldita canción del final. Yo hice lo segundo.

Gracias, Phillip Seymour-Hoffman, por recordarme lo grande que puede ser una sola personita desde un ángulo particular. Gracias por siempre encontrar la manera de hacer ese puchero que me destruye, y por meterte en personajes que, de una u otra manera, van a llegar a mí.

Clementine.